Yo tengo una respuesta a eso, amiga mía. Se puede querer tan fuerte cuando miras a esa persona y piensas: Es ella. Cuando vas sola caminando por la calle y lo único que desean tanto las mariposas que corren por tu estómago como los latidos de tu corazón sea que aparezca esa mano, su mano, y agarre la tuya guiándote por la calle de la felicidad. Te das cuenta de que ese amor que sientes por la otra persona puede llegar a matarte incluso a ti misma cuando el dolor de perderla, hace sentir que estás muerta por dentro, la peor de las muertes. Cuando sus ojos son la única luz al final de ese túnel. Cuando su sonrisa es la única que puede hacer que te levantes de la cama y salir al mundo arreglada. Cuando el sólo roce de su piel con la tuya hace que sientas que nada puede ir mejor, que ya existe la perfección y que no será la perfección para cualquiera, pero sí es la tuya propia. Te das cuenta de lo fuerte que se puede querer, en el momento en el que te paras a pensar cuándo te enamoraste de esa persona, y te das cuenta de que todo empezó mucho antes de lo que creías. De que el preciso momento en el que esa persona entró en tu vida, supiste que era para ti. Nunca sabes cuánto tiempo durará algo, ni si quiera sabes si a caso durará. Lo que sabes es que sea un largo o corto espacio de tiempo, te dejará marca. Te llegará tan hondo que esa herida tardará mucho tiempo en cicatrizar. Pero ya sabes eso que dicen, lo bueno del tiempo es que curan las heridas, lo malo de los besos es que crean adicción.
-¿Te has parado a pensar en lo ilógico que es, que con lo desastres que somos y lo poco que nos soportamos, dentro de menos de 5 días hagamos 20 meses?
+Sí, me he parado a pensarlo. Y he llegado a la conclusión de que lo que nos une a nosotros es mucho más fuerte que cualquier cosa, y que a pesar de todo, si a día de hoy, seguimos aquí, sólo es por el hecho de que nos queremos.
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