-Una puta noche más, estoy aquí. A las 4 de la madrugada, teniendo que levantarme temprano mañana sin poder pegar ojo. Sólamente hay una cosa que ronda mi cabeza, una y otra y otra vez. Esa pequeña cosa que me incordia es la duda, la puta debilidad. ¿Quieres que te diga una cosa?, ahora mismo, te odio. Te odio por no poder odiarte, por hacer que me odie a mí misma. Me odio a mí misma por el simple hecho de que cuando cojo el teléfono para marcar algún puto número marco el tuyo por inercia y tengo que estar pendiente de borrar tu número de mi cabeza, pero cuanto más lo intento, peor me sale. Porque eres la primera puta imágen que se me aparece cuando abro los ojos, es lo que hace que sonría nada más despertar. Pero tras tu imágen llega ese burdo recuerdo. Nefasto, patético, absurdo, estúpido y doloros recuerdo. Tú ya no estás aquí. Entonces es cuando esa sonrisa se borra de mi cara y los ojos me clarean, ya están aguados y cansados de derramar lágrimas, pero por lo visto me sobran, porque no paran de salir. Cada puñetero día salgo de casa con la esperanza de encontrarme contigo y encontrarme en tu mirada, ver esa sonrisa que tanto me gusta, sentir que por un puto segundo estuviste pensando en mí. Pero no, no te veo. Te busco y no te encuentro y es algo que me duele. Porque no tengo por qué buscarte, debería salir con mis amigas, conocer chicos, beber, fumar, emborracharme, reírme hasta volverme loca con el propio sonido de mi carcajada, ver películas hasta estallar, sacarme fotos hasta cubrir el máximo y tener que borrar una y otra y otra vez las de mi tarjeta de memoria, sentir ilusión todas las mañanas cuando me despierto y veo el sol entrando por mi ventana, pero claro, también debí de haber hecho bien las cosas en su justo momento y es algo que no hice. Yo y mis idioteces lo jodimos todo. Y ahora estoy en el suelo, rendida, apretando con fuerza mis uñas contra él y gritando de rabia por dentro. No puede ser. Me lo repito una y otra vez. No, no, tiene que ser una pesadilla, un puto mal sueño, pero no es así. Me retuerzo de dolor a medida que el vacío se va agrandando o tal vez se está contrayendo pero sufre cambios y eso me duele, me hace sentir asfixiada, noto cómo poco a poco me falta el aire pero nada es lo suficientemente como para dejarme inconsciente y hacer que descanse un poco toda ésta ira que llevo dentro. Es rabia contenida, es dolor que no puede salir, es un orgullo herido, es amor mezclado, son palabras que nunca llegaron a salir, miles de verdades que no te conté y de mentiras que tú me ocultaste. Son demasiadas cosas para un corazón tan pequeño, tan sufrido. No te olvido. Nunca. Que lo sepas. Y te echo de menos. A cada puta hora y segundo y minuto y milésima de ambos que pasa noto tu ausencia. Sobretodo la noto cuando ya no me sale esa sonrisa de siempre, cuando me miro en el espejo y puedo observar cómo mis ojos han perdido el brillo, poco a poco. Cuando me entran escalofríos y la piel se me eriza y ya no es por ti, si no por el hecho de que la soledad toca a mi puerta y reclama entrar. Porque cuando siento que el mundo se me cae, ya no tengo a nadie que me ayude a sostenerlo sobre los hombros, ahora todo eso lo hago sola. No quiero que nadie me apoye porque tengo que salir de todo ésto, sola. Nadie puede llegar y reconstruírme el corazón, darme ilusiones nuevas y borrarme la memoria. ¡NO!,¡BASTA! estoy fuera, de los recuerdos, del dolor. Estoy ¡FUERA!
-QUE AHORA ME TOCA VIVIR.
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